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jueves, 1 de mayo de 2014

Tomando el Sol (Relato Erótico)















 Relato Erótico

Lo que voy a contarles pasó, o mejor dicho, comenzó a pasar cuando tenía 19 años y mi hermana Tamara 18. Siempre nos llevamos muy bien, ella no tenía ningún tipo de inhibición ante mí, se vestía con confianza, en cambio, yo soy más reservada.

La primera vez que me pasó ''algo'' fue en una tarde de verano, estábamos las dos en la terraza, tomando sol, estamos acostumbradas a estar sin corpiño, para no dejar marcas de sol.

-No, alcánzame el bronceador.

Me dijo, noté cierta dificultad en ella al intentar pasar la crema por debajo de sus hombros, le pregunté si necesitaba ayuda y accedió, puse un poco en mi mano y empecé a deslizar mis manos por su espaldita estrecha, su piel estaba caliente, debido al sol que la cocía, bajé poco a poco, untándola con cuidado, hasta llegar a la parte baja de su espalda, sentí una sensación extraña, como un cosquilleo en la panza, y lentamente pase mis manos hasta su vientre y fui subiendo despacio, ella mantenía sus ojos cerrados y me dejaba hacer, a mí el corazón se me había puesto a 1000 por hora, de pronto mis manos se encontraron en sus pechos de nenita, volteó para mi lado y me miró fijo.

Mis manos seguían acariciándola hasta que escuchamos unos pasos en la escalera y pegamos un salto y volvimos a nuestra posición de tomar sol, era mi mamá que nos decía que habíamos estado mucho tiempo al sol, bajamos y seguimos como si nada con nuestro día.

Al día siguiente nos quedamos solas en casa, estábamos en nuestro cuarto escuchando música, Tamara estaba comiendo galletitas, se veía muy graciosa acostada boca abajo en su cama. Me quedé mirando su colita bien paradita, contenida por un short de jeans que le quedaba precioso. Apoyado bajo ella estaban mis apuntes de historia, entonces agarra uno y me llama, me pregunta qué dice en una hoja, me acerqué para aclarar su duda, y sólo se quedo mirándome con sus ojos verdes. Inesperadamente tomó mi cara entre sus manos y comenzó a besarme.

Su lengua se enredaba con la mía de una forma que me volvía loca, tenia una sensación agradable y prohibida. Mi primita me calentaba, sentí que sus manitas acariciaban mi espalda y bajaron hasta mi cola, entonces, sentí la llave de la puerta de entrada, era mi madre que había regresado.

Esa noche, a la madrugada, sentí algo húmedo en mi espalda, me di vuelta asustado y era ella, me estaba pasando su lengua, empezó a sacarme la remera del pijama, yo me senté y desabroché con desesperación su camisa. Era como si todo el morbo que llevábamos guardado explotara de repente, desabroché su corpiño rojo y empecé a pasar mi lengua por su cuello, sus hombros, y empecé a lamer de a poco esos pechitos de nenita, se los mordía, mientras escuchaba sus gemidos, de golpe me empujo sobre su cama y me sacó el cinturón del pantalón.

Se quedó un instante contemplándome en silencio y más calmada empezó a darme besitos cerca del ombligo, fue bajando poco a poco, yo estaba en las nubes, se detuvo, con dos deditos empezó a bajar poco a poco mi bombachita y separó mis piernas, con mucha suavidad comenzó a lamerme como una gatita, primero despacio y después con mas fuerza, usaba sus manos, sus dientes, su lengua, cuando sintió q mi respiración se agitaba y mis gemidos eran más intensos se detuvo de golpe.

No quería que termine, ella misma se saco su bombachita y me tomo por la nuca, y me dirigió para que la imite, comencé a comerla, estaba inundada, y me tragaba su jugo suave y transparente de nenita, ella no paraba de gritar, puse un dedo en su boquita pero lo sacó con violencia, entonces se puso encima mío, e hicimos un 69 increíble, nos lamíamos, nos mordíamos, nos tocábamos hasta terminar en un intenso orgasmo, por supuesto, esa fue nuestra primera vez, pero no la última...

Espero que les haya gustado mi relato.